
03 May El Condestable de Castilla
A menudo los monumentos históricos, de cualquier carácter, están ligados a la memoria de grandes personajes históricos fuertemente vinculados con el lugar en cuestión, como ocurre en el caso de la Capilla de los Condestables de la Catedral de Burgos, considerada como «una catedral dentro de otra catedral».
El Condestable de Castilla, de una forma sencilla de explicar, era un alto aristócrata encargadado de supervisar los ejércitos que servían al Rey de Castilla durante los últimos siglos de la Edad Media. Han sido famosos en la historia algunos de ellos, como don Álvaro de Luna, maestre de la Orden de Santiago y muy vinculado al rey Juan II antes de su caída en desgracia; o don Pedro Fernández de Velasco, quien da nombre a esta gransiosa capilla de la catedral burgalesa, donde en un hermoso mausoleo descansa junto a la que fuera su esposa, doña Mencía de Mendoza, emparentada con la poderosa familia de los Duques del Infantado.
Don Pedro Fernández de Velasco (1425-1492), fue natural de Burgos. Conde de Haro y Camarero Mayor del Rey don Enrique IV, éste lo nombró condestable de Castilla en 1473, concediéndole numerosas prebendas inherentes al cargo, en un período de crisis de la autoridad de la monarquía castellana por el creciente poder nobiliario, que no sería resuelta hasta la llegada de los Reyes Católicos y la unión dinástica de los dos principales reinos hispánicos: Castilla y Aragón.
El Condestable de Castilla participó activamente en la Guerra de Granada, de donde volvió con una salud gravemente mermada, muriendo en enero de 1492 pocos días después de que las tropas de los Reyes Católicos entraran en la ciudad de la Alhambra.
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