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El Obispillo de San Nicolás

El Obispillo de San Nicolás

El Obispillo de San Nicolás

 

Quizá sea la fiesta del Obispillo una de las tradiciones navideñas más entrañables de la ciudad de Burgos. Y aunque hoy sea vista con gesto amable no siempre fue así.

Los comienzos de esta celebración, que han sido ya bastante estudiados, se adentran en los primeros tiempos de la Edad Media. Se extendió por Europa como una especie de fiesta estudiantil que se hacía entre los niños pertenecientes a las escolanías de las catedrales. En el Archivo de la Catedral de Burgos la primera noticia que existe data del 17 de diciembre de 1399, y durante este año y el siglo XV, nos encontramos con un Obispillo elegido entre los Niños de Coro el día 6 de diciembre, festividad de San Nicolás. A menudo la elección la hacía el propio cabildo, o bien era elegido por el sochantre de la catedral y otros diputados. El nombramiento del niño duraba hasta el 28 de diciembre, en la festividad de los Inocentes.

El niño que recibía este honor era tratado como el obispo, en una especie de farsa: se le llevaba en procesión, percibía distinciones, y un real y medio diario mientras duraba su nombramiento, comía con los canónigos, cada año con uno de los coros: el del arcediano de Burgos y el del deán, y se insistía en que había que recibirle con los mismos honores que al prelado. Esta fue la cuestión que más quebraderos de cabeza provocó.

En enero de 1425 el Hospital del Rey, lugar donde el Obispillo debía ser recibido con todos los respetos, no había entregado aún la colación que se debía a este niño y su comitiva, y por mandato de los provisores, Pedro Fernández, especiero del Hospital del Rey, acude a la casa de los padres de Rodrigo, así se llamaba el Obispillo, para entregarle el vino y la fruta, (generalmente peras y matalahúva) que no le habían querido dar en su visita. Pero la cosa no quedó ahí, ese mismo año, en diciembre, los freires del hospital se niegan a recibir al nuevo Obispillo, y dicen que no pueden abrirle la puerta porque se ha perdido la llave. En otra ocasión su llegada se ve afectada porque el hospital está lleno de humo, y es que la llegada de este niño debía celebrarse encendiendo la llamada ¨lumbre de manojos” y era evidente que alguien los había encendido mojados adrede.

No fue solo el Hospital del Rey quien se negaba a la recepción o acompañamiento del Obispillo; durante el s. XVI fueron numerosas las ocasiones en las que los jueces eclesiásticos tenían que intervenir e imponer multas cuantiosas, nada menos que de 50 ducados, a los estudiantes del Estudio de la Ciudad, los del arrabal de San Gil y de la Trinidad por negarse a asistir la víspera de los Inocentes al acompañamiento del Obispillo. Además, los estudiantes de la Trinidad querían nombrar a su propio elegido, cosa que los Niños de Coro y el cabildo no estaban dispuestos a consentir. A punto de incurrir en la excomunión estuvieron los beneficiados de San Nicolás, que se negaban en 1552 a recibir al Obispillo con todas las solemnidades como si del propio obispo se tratase y a formar en la entrada revestidos para esperarle. En su descargo tenemos que decir que ya en esa época y desde el concilio de Constanza se había tratado de suspender esta celebración que muchos consideraban ofensiva y contraria a la formalidad del culto, y que el propio cabildo desde el 9 de diciembre de 1551 había decidido que no se realizase, con poco éxito. Si bien es cierto que desde el último nombramiento de Obispillo en 1553 pasaron muchos años hasta que volvió a festejarse oficialmente, aunque los Niños de Coro, al parecer, siguieron eligiendo a su Obispillo en la intimidad y con menos pompa, pero no con menos diversión.

 

El Archivo de la Catedralthumbnail_20221220_121630

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