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El Claustro Alto

Claustro

El claustro alto: un homenaje a los Reyes y Obispos que construyeron la catedral

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La portada y la puerta del claustro alto.

A  todo el conjunto se le denomina la Puerta del Paraíso o Puerta Negra, aunque, cuando la puerta conservaba su policromía, era denominada «Puerta Dorada». Estas denominaciones hacen alusión al significado del claustro como Paraíso perdido por el hombre y recuperado por la muerte y Resurrección de Cristo; la ciudad santa de la Nueva Jerusalén tenía las puertas cerradas y Cristo las franqueó con su Ascensión a los cielos.

Históricamente esta puerta se concluyó hacia 1270. La estructura y las imágenes  reflejan el estilo del segundo periodo del gótico radiante de París y Reims y es atribuida al Maestro Enrique, constructor del claustro. La escultura es comparable a la de la portada del Sarmental. Las puertas son realizadas hacia 1495 por Gil de Siloé, que recibe el encargo del Obispo D. Luis de Acuña. A pesar de los 225 años de separación entre portada y puertas, el programa iconográfico es complementario. En la jamba derecha de la portada vemos representados al rey David y al profeta Isaías, que anuncian la venida de Cristo, Salvador del mundo. En la jamba de la izquierda contemplamos el anuncio del Ángel a María para que acepte ser la entrada del Salvador. En el tímpano se representa el Bautismo de Jesús, que lleva a cabo Juan el Bautista, y supone la proclamación y entrada de Jesús en su pueblo. El Padre dice: «Este es mi Hijo», y  desciende sobre Él el Espíritu-Santo.

En las arquivoltas se hallan catorce estatuillas que representan  patriarcas, profetas y reyes de Israel, que anuncian o hacen relación a la genealogía humana de Cristo. Las puertas completan el programa de las entradas de Jesús: En la de la izquierda se contempla la entrada de Jesús en Jerusalén, que se halla montado sobre un pollino y está rodeado de los apóstoles y otros personajes que tienden sus mantos por donde va a pasar Jesús. En la de la derecha aparece Cristo resucitado, tendiendo la mano a Adán y Eva, que salen del Limbo, representado este en un gran dragón que arroja por su boca a los justos que vivieron antes de Cristo. En el mainel simulado se halla la imagen de la Virgen con el Niño y otros santos, evangelistas, apóstoles e intercesores; finalmente en la parte baja se abren dos portezuelas con los altorrelieves de San Pedro y San Pablo y la Virgen; son las entradas para recuperar el Paraíso, la Jerusalén celeste.

Desde la antesacristía una pequeña puerta nos conduce hacia el Claustro Alto.
Consagrada la Catedral en 1260, comienza una etapa de ampliaciones del templo. La primera y más importante es la construcción del nuevo claustro para sustituir al románico de la catedral anterior. Lo emplazaron junto a la cabecera de la catedral, en el ángulo formado por las capillas de la nave lateral sur y el brazo del crucero.
Por la diferencia de niveles, al hallarse construida la catedral en la falda del cerro del castillo, el claustro tiene doble piso. La planta baja, muy sencilla, a nivel de calle, se dedicó a fines sociales, comerciales y a servicios diversos de la propia catedral.

Sobre este claustro bajo se levanta la planta noble, dedicada al servicio religioso y cultual: procesiones litúrgicas, lugar de enterramiento de obispos, canónigos, etc..
El claustro alto se convierte en un homenaje a los Reyes y Obispos que construyeron la catedral, quedando ellos inmortalizados en magníficas esculturas bajo las ojivas de los muros, brillantemente decoradas con elementos vegetales de racimos y hojas de parra, higuera y roble.

Todo este conjunto se completó con la estatuaria de apóstoles y santos y los bellísimos grupos escultóricos de los cuatro ángulos así como el artístico tímpano de la Deesis y las tres portadas de las capillas que se abren al claustro, el más bello del gótico radiante español del siglo XIII.

La construcción la inició el maestro Enrique hacia 1265 y dirigió las obras hasta su muerte, acaecida el año 1277. Concluyó la obra el maestro Juan Pérez, que muere el año 1296.
Nada más salir de la sacristía se puede contemplar a la izquierda, en la nave norte, la escultura del obispo D. Mauricio, fundador de la catedral, realizada hacia 1235 y procedente del parteluz de la portada del Sarmental, trasladada a este lugar en el año 1960 ante el grave estado de deterioro que presentaba.

Bajo la primera ojiva se puede contemplar la sibila-profetisa a la que se alude en el Antiguo Testamento. En la siguiente se hallan las destacadas esculturas policromadas del Rey San Fernando y su esposa Beatriz, hija del emperador europeo Federico II de Suabia, que evocan su boda, celebrada en la anterior catedral, con el gesto del rey entregando el anillo a la esposa. En la última ojiva de este tramo norte se halla la imagen también policromada de San Pablo.

En el machón angular que queda a la izquierda puedes contemplar el grupo escultórico de los cuatro príncipes coronados, hijos del rey Fernando III el Santo, esculturas de suma elegancia, que pueden calificarse como las más bellas de la catedral.

En el mismo ángulo situado entre las naves norte y oeste se halla emplazada la capilla de San Jerónimo, obra arquitectónica de Juan de Vallejo, del siglo XVI. En ella destaca el retablo tallado en madera de nogal, dorado y policromado, obra atribuida a Diego Guillén, que se inspira en el mayor de la capilla de los Condestables. También de gran interés el sepulcro situado bajo el ventanal, en el cual destaca el relieve de la Venida del Espíritu-Santo y la estatua yacente de D. Francisco de Mena, canónigo de esta catedral y mecenas de la capilla.

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