Una buena parte de las capillas de la catedral está dedicada a los misterios de la vida de María. Esta es la de la Natividad de la Virgen, una pequeña joya de la plenitud del renacimiento tanto en arquitectura como en escultura.
Antes de esta remodelación renacentista este espacio estaba ocupado por dos capillas anteriores, una en cada tramo de bóveda y ambas del siglo XIII; estaban dedicadas a San Gil y a San Martín de Tours. El nuevo espacio fue remodelado a instancias de Doña Ana de Espinosa, viuda de D. Pedro González de Salamanca. Las obras de la capilla comenzaron en 1562 y fueron realizadas en arquitectura por Martín de Berriz y en escultura por Martín de la Haya, que ejecutó el retablo y la sillería, ayudado del escultor Domingo de Berriz. Otros artistas de menor importancia colaboraron en la obra
Uno de los elementos que más llama la atención de los arquitectos es la cúpula ovalada con linterna, que cubre el espacio rectangular y se halla decorada con los cuatro evangelistas policromados y los cuatro doctores de la Iglesia: San Gregorio, San Agustín, San Jerónimo y San Ambrosio; aparecen en las pechinas y policromados.
El retablo es también de estilo manierista, de la segunda mitad del siglo XVI, y se halla enmarcado en un esbelto arco triunfal de piedra que asciende hasta la cúpula. Lo más característico de esta obra son las columnas, que se tallan en el tercio inferior y aparecen estriadas hacia lo alto. Para la devoción eclesial y familiar se han colocado las imágenes de San Pedro y san Pablo, como columnas de la Iglesia, y las santas Ana y Catalina por interés de la fundadora y de su hija.