En la segunda mitad del siglo XVI D Pedro Fernández de Velasco y Doña Mencía de Mendoza, Condestables de Castilla, se asientan en Burgos y encargan una de las capillas de la Catedral que ha sido destacada por historiadores y literatos como una de las más bellas del mundo. El espacio elegido es una capilla absidal anterior dedicada a San Pedro y un antiguo solar de viviendas. El arquitecto que dirigió esta obra pertenecía a la saga de los Colina, es Simón, que la concluye en 1597; su hijo Francisco se encarga de la construcción de la sacristía en el año 1517
Esta capilla tiene planta exagonal en su base y octogonal en la parte alta; sobre esta se construye una llamativa bóveda calada y acristalada en forma de estrella, mucho más refinada en su ejecución y bella en su impacto que la ya destacada estrella del crucero, que hemos contemplado en el cimborrio.
A los pies de la escalera de acceso al presbiterio están las estatuas yacentes de los fundadores, la Condesa de Haro, Doña Mencía de Mendoza y su marido, D. Pedro Fernández de Velasco, condestables de Castilla. Están talladas en mármol de Carrara, al parecer por Felipe de Vigarny, bastantes años después de la muerte de ambos. No son retratos de los fundadores sino, más bien, exponentes de la grandeza de los mismos. Bajo las estatuas yacentes se halla la cripta donde yacen sus restos mortales.
La capilla, como tenía un destino religioso nos ofrece tres retablos extraordinarios: El central, de estilo renacentista, en el que destaca el grupo de la Presentación de Jesús en el templo y la Purificación de María, es obra de Diego de Siloé y de Felipe de Vigarny; el retablo de la cabecera de la izquierda está dedicado a San Pedro, es del mismo estilo y fue ejecutado por Felipe de Vigarny; finalmente el retablo de la cabecera de la derecha está dedicado a Santa Ana, es de estilo gótico, un poco anterior que los otros dos y cuenta con bellísimas esculturas, destacando la de Santa Ana, la Virgen y el Niño, que preside el retablo; esta imagen fue iniciada por Gil de Siloé y concluida por su hijo Diego.
A la derecha de este retablo destaca el cuadro de María Magdalena, obra de Gianpetrino, que lo ejecutó entre 1520 y 1530
A la izquierda del retablo de San Pedro se halla el tríptico de la Virgen con el Niño, del “bello País”, realizado por el conocido “Maestro del follaje bordado”, en el último cuarto del siglo XV y que, durante algún tiempo, se atribuyó a Hans Memling.
Toda la decoración de la Capilla tienen una finalidad: destacar la influencia de la luz en todo el recinto, ya que desde la salida del sol hasta su ocaso ilumina la Capilla, dedicada precisamente a la fiesta de la luz, o Presentación del Niño Jesús en el templo, día 2 Febrero.
Este recinto sacro se cierra con una valiosa reja realizada por el burgalés Cristóbal de Andino, insigne escultor, arquitecto y orfebre. De ella dicen unos que “tenía conocida ventaja a todas las mejores del Reino”, y otros “de muchas y buenas obras que hemos visto, ninguna puede compararse con la reja de esta puerta”.