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Capilla de la Anunciación

Capilla de la Anunciación o San AntonioLa Capilla de San Antonio o de la Anunciación es una de las dos capillas radiales de la girola de finales del siglo XIII, y que sustituye a otra anterior más pequeña datada en torno a 1230. Es de planta irregular y se cubre con bóveda nervada sexpartita. En el lado norte queda un espacio triangular que la une a la capilla de la Natividad y se cubre con bovedilla de terceletes.

La capilla está documentada desde el tiempo del Obispo D. Gonzalo García de Gudiel, que gobernó la Diócesis entre  1275 y 1280. Fue lugar de enterramiento de varios capitulares y de algún obispo, por lo que en el siglo XIV se celebran memorias por ellos en el altar de San Antonio.

En 1540 el Canónigo Juan Martínez de San Quince obtiene licencia del Cabildo para hacer en ella su sepultura y realizar a sus expensas el retablo, que ejecutaron por 230 ducados el escultor Juan de Lizarazu en el estilo  “romanista” y el pintor Lázaro de Azcoitia.

El retablo tiene tres cuerpos con tres esculturas cada uno, separadas por columnas abalaustradas que recuerdan a Diego de Siloé y a Cristóbal de Andino, de los cuales los autores se consideran discípulos, y remata con el escudo de las cinco llagas entre ángeles y el busto del Padre Eterno. En el cuerpo alto aparecen S. Juan Evangelista, San Jerónimo y Santa Catalina; en el central San Sebastián, el Ecce Homo y San Roque, y en el banco San Juan Bautista, la Anunciación y San Antonio, abad.  El retablo tiene gran interés por su relación con los talleres de Diego de Siloé. En el muro norte hay un arco funerario, transformado en altar retablo con un lienzo de Santa María Magdalena. Conserva, en el espacio triangular norte, un sencillo coro de nogal del siglo XVII y en el muro del oeste un arco sepulcral del siglo XV, con estatua yacente de un clérigo no identificado. En el centro del pavimento, remarcado con geometría de pizarra se halla la cripta donde descansan los restos mortales del Obispo de Ciudad Rodrigo D. Juan de la Torre y Ayala, a quien el Cabildo cedió la capilla para tal fin. De la bóveda pende el recuerdo de su capelo episcopal.

 

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